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Fomentar una cultura de disciplina para el crecimiento exitoso de tu empresa

Por: Jim Collins

Pocas empresas incipientes acaban convirtiéndose en compañías magníficas, en gran parte porque responden al crecimiento y al éxito de la forma equivocada. El éxito empresarial se ve propulsado por la creatividad. Por la imaginación, por lo movimientos audaces y por un entusiasmo visionario. A medida que una compañía va creciendo y se va haciendo más compleja empieza a caminar hacia su propio éxito: demasiada gente nueva, demasiado clientes nuevos, demasiado pedidos nuevos y demasiados productos nuevos. Lo que antes era divertido ahora se convierte en un balón difícil de manejar. La falta de planificación, de responsabilidad, de sistemas y la falta de limitaciones a la contratación crean fricciones. Los problemas salen a la superficie: con los clientes, con el cash flow y con los calendarios.

En respuesta, alguien (normalmente un miembro de la junta) dice: "Ha llegado el momento de crecer. Este lugar necesita una gestión profesional". La compañía empieza a contratar MBA y ejecutivos procedentes de compañías de primera categoría. Los pasos, procedimientos, listas de cosas que hacer y todo lo demás empieza a brotar como setas. Lo que un día fue un entorno igualitario es reemplazado por una jerarquía. Por primera vez aparecen cadenas de mando y empieza a surgir una clase ejecutiva. Aparece una división entre "nosotros" y "ellos", como en cualquier compañía.

Los directivos profesionales finalmente gobiernan en el caos. Crean orden a partir del caos, pero al mismo tiempo destruyen el espíritu emprendedor. Los miembros del equipo fundador empiezan a lamentarse. La magia creativa empieza a desvanecerse a medida que algunas de las personas más innovadoras se van, disgustadas por la burocracia y la jerarquía que tienen que soportar. Desaparece la excitación inicial de la empresa, que pasa a convertirse en una compañía más, con nada especial que ofrecer. El cáncer de la mediocridad empieza a extenderse de forma preocupante.

Muchas compañías han establecido unas reglas burocráticas para tener controlado el pequeño porcentaje de personas inadecuadas que se subieron al autobús, lo que ha hecho que se bajaran las personas adecuadas aumentando con ello el porcentaje de gente inadecuada dentro del autobús, lo cual lleva a la necesidad de establecer más burocracia para compensar su incompetencia y su falta de disciplina, ahuyentando así a la gente adecuada, y así sucesivamente.

En resumen, si evitas la burocracia y la jerarquía y, en su lugar, creas una cultura de disciplina, obtendrás una mezcla mágica de mayor rentabilidad y de resultados sostenidos.

Fuente: Empresas que sobre-salen