Autor: Juan Sebastián Celis Maya
Es importante tener en cuenta en éste tipo de casos, que no todos los seres humanos percibimos la realidad de la misma forma, empezando por el hecho de que es nuestro cerebro quien se encarga de ajustar los parámetros de la naturaleza percibidos a través de nuestros sentidos con el objetivo de presentarlos de una manera comprensible y discriminable en cierto sentido. Es decir, lo que creemos que vemos, en realidad no tiene esa forma, o esos colores… es nuestro cerebro quien nos hace creer que eso es así.
Ahora bien, si existen dichas implicaciones a la hora de interpretar nuestro entorno, es posible -y completamente demostrable- que diferentes personas piensen diferente, y vean al mundo con una perspectiva distinta. Por cuanto surge las siguientes incógnitas:
¿Existe una verdad absoluta? ¿Tiene alguien realmente la razón en cierto ámbito?
Y puedo resultar muy antipático al decir: NO!
Lo cierto es que -como dice mi abuelita- cada cabeza es un mundo.
Entrando en materia, ir en contra de la corriente, o en otras palabras, no hacer lo que todos hacen, puede no resultar tan descabellado después de todo. Con base en dichas diferencias emocionales y mentales a la hora de comprender nuestro mundo, de hecho debería ser de lo más normal.
Principalmente, cuando se habla de ir en contra de la corriente, se cree que algo malo se va a desencadenar a partir de tal hecho. Esa mentalidad, puede estar “fundamentada” en los prejuicios que tienen las personas. Ir en contra de la corriente es más que ser rebelde, es no aceptar de lleno que otros tomen las decisiones por uno y encontrar fallas -y posibles soluciones- en las vivencias cotidianas que todos los demás dan por sentado.
¿Cómo ir en contra de la corriente?
Recomiendo sentarse y ver el mundo bajo múltiples perspectivas, analizar con cabeza fría los momentos que para todas las personas son tan normales. Ver costumbres y hábitos cotidianos con ojos fisgones para intentar detectar inconformidades e inconsistencias en nuestra mente. No creer todo lo que se escucha y pensarlo dos veces antes de permitir que otro decida por uno.
En definitiva, ir en contra de la corriente es extremadamente sencillo, aunque al principio muchas personas podrán estar precisamente en contra. La gran ventaja es, que la mayoría de emprendedores y personas exitosas, por lo regular han ido en contra de la corriente, cuando los demás en un estado prácticamente hipnótico seguían haciendo lo mismo, una y otra vez.
¿Para que ir en contra de la corriente?
Ir en contra de la corriente sirve para lograr un nivel más alto de libertad y tomar decisiones más objetivas en nuestras vidas. Personalmente recomiendo ir en contra de la corriente, en el sentido en que con ésto no pasemos por encima de nadie, pues nuestra libertad termina, donde empieza la de los demás. Lograr nuestras metas propuestas depende exclusivamente de nuestras decisiones, y dichas decisiones deben ser tomadas de manera racional y sin considerar el rumbo de la sociedad como factor determinante.