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La planta seca

Recientemente me acerqué al balcón de mi casa y noté que las plantas estaban secas. Me fascina regarlas y podarlas pero no he tenido tiempo ya que Victoria me ocupa 24/7.

 

En ese momento le pregunté a la señora que me apoya en casa si ha podido regar las plantas. Ella me dijo que sí, todos los días, a lo que yo respondo: “Qué extraño que estén casi completamente secas”. Minutos más tarde ella me comenta lo siguiente: “Mire, utilizo este spray para echarle a las hojas”.

Y justo ahí descubrimos la causa: el spray no era suficiente para cubrir de agua sus raíces; al mojar solo la superficie las plantas empezaron a morir. El spray daba la ilusión de que se estaba cuidando de ellas, cuando en realidad solo era cuestión de esperar a que empezaran a secarse.

Esta situación me recordó que lo mismo ocurre con nosotros. ¡Si no alimentamos y cuidamos las raíces empezamos a secarnos poco a poco!

Eso nos pasa cuando en vez de des-CUBRIR la ira, carencia, impaciencia, frustración, baja autoestima, miedos, ingratitud o pecados que llevamos dentro, preferimos pasarle un poco de “maquillaje” para disimularlos y aparentar que no existen, ya sea con un hermoso cambio de imagen o armario, una nueva dieta, par de palabritas bonitas o unos zapatos (siempre será más fácil poner un poco de “maquillaje sobre el acné que irnos a hacernos una limpieza profunda”).

Reconocer que muchas de nuestras áreas no necesitan un poco de rocío sino un camión de agua, es el primer paso para resucitar esas raíces muertas que llevamos dentro y experimentar de cerca al Dios de la gracia (Aquel que nos da sin merecerlo).

Tú y yo creceremos en la medida que trabajemos cada raíz con valentía y guiados por Dios. No te preocupes tanto por cómo lucen las hojas externamente, si te ocupas de la raíz, los frutos hablarán por sí solos.

Mi invitación para ti y para mí es que no nos dejemos entretener tanto por lo externo (visible) y poner la mirada en aquello que es invisible pero que finalmente es lo que nos permitirá tener una vida que muestra los frutos del Espíritu en abundancia. No te prometo que será fácil, pero en Dios está nuestra vida y Él hará por nosotros lo que no podemos SER ni HACER sin Él.

Por Paola Infante.