El cierre es la culminación de todo el proceso de ventas, pero no termina ahí. Entonces, ¿por qué es la conclusión? Porque es el objetivo que persigues desde el principio. Es decir, conseguir que el cliente diga: “finalmente encontré lo que estaba buscando”.
Por lo tanto, una venta la cierras desde que llegas con el prospecto y confirmas los siguientes puntos, utilizando la técnica del checklist:
• Si realmente necesita del producto o servicio que ofreces.
• Si tiene los recursos económicos suficientes para pagarlo.
• Si comprende cada una de las características y ventajas de tu oferta.
En caso de que todo esté perfectamente entendido, tu probabilidad de cierre aumenta. Si hay algún punto en donde no hay acuerdo, aquí es donde entran en juego tus habilidades como negociador profesional. Y la primera que hay que poner a prueba es saber escuchar.
La regla de oro dice que no lances una propuesta sin antes poner atención y descifrar a fondo las objeciones de tu contra-parte. Si la manzana de la discordia es el precio, la salida fácil es dar un descuento. Otra alternativa es crear valor para lograr que la persona aprecie cada peso que pagará a cambio de recibir los beneficios que le ofreces.
Una vez resuelto el tema del precio y el resto de las condiciones, es momento de pedir autorización al consumidor para firmar la orden de pedido y elaborar la factura.
Considera que si no estás pensando en hacer negocios y en cerrar ventas, no conseguirás tus objetivos trazados. Así que no te olvides de tener todo el tiempo en mente el ABC de las ventas: mantente siempre cerrando (en inglés Always Be Closing). Es parte de la actitud de un verdadero vendedor es decir, tener iniciativa e implementar acciones enfocadas en cerrar el trato.
4 pasos clave para tener éxito
Fuente: https://www.entrepreneur.com/article/263877