Dirigir a los demás más allá de su posición no es fácil. Si el verdadero liderazgo fuera fácil, cualquier lo haría, y cualquiera lo podría hacer bien. La mayoría de los buenos líderes creen en sí mismos y en su liderazgo. Tienen confianza de que si otros los siguen, el equipo se beneficiaría y lograría sus metas. Entonces, ¿Por qué no siempre sucede? ¿Por qué la gente a veces no se reporta para seguirle? ¡Porque no tienen que hacerlo! El liderazgo es influencia. Si usted no tiene la posición, ni la influencia, las personas no lo seguirán. Es por eso que los líderes deben esforzarse en cambiar su manera de pensar en "deseo una posición que haga que las personas me sigan" a "deseo convertirme en una persona que los demás deseen seguir".
La mayoría de las personas tratan de hacer que las personas se muevan mediante la crítica o tratando de apoderarse de ellas. Las personas responden generalmente de manera defensiva, combativa, o aislándose. El reformador protestante John Knox dijo: "Uno no puede antagonizar e influir al mismo tiempo". Por otro lado, si los líderes se interesan por cada persona, las personas responderán de buena manera. Entre mayor sea su preocupación, más amplia y más duradera será su influencia.
Las personas pueden sentir cuál es nuestra apreciación de ellas. Ellos saben la diferencia entre los líderes que lo están utilizando para su propio beneficio y aquellos que desean ayudarles a triunfar. Las personas se abren con las personas abiertas. Logran conocer el corazón de las personas que se preocupan por ellos y les responden afirmativamente.
Los líderes que dan un paso más por su gente, tienen seguidores que harán lo mismo por ellos.
Fuente: Líder 360°